martes, 20 de febrero de 2024

A mi tío Pepe

 








Se marchó mientras cargaba en el coche una piña o penca de plátanos, sin ni siquiera decir un “¡ay!”.  Él siempre sin molestar, tal y como era un hombre reservado y tranquilo. El infarto fue inmediato y fulminante.

 Siempre fue una persona de buen humor pese a los problemas que da la vida y tenía un carácter conciliador. Seguramente tragaba muchas cosas, pero nunca te recibía triste o de mal humor. Ponía atención a todo lo que le contabas con mucho interés. Nunca le oí hablar mal de nadie. Siempre buscaba la parte buena de las personas.

Recuerdo las bromas que me hacía de pequeña y lo que me reía con él ya de mayor, con ese humor tan peculiar y respetuoso que tenía.

Intuyo que ya habrás llegado por allá arriba, al Paraíso.

Igual has decidido ser el guía para las almas nuevas que entran en el cielo y las llevarás a conocer el lugar en tu guagua.

De lo que sí estoy casi segura es de que no estarás holgazaneando porque nunca lo hiciste aquí y no vas a cambiar ahora.

Es muy posible que estés mirando que plantar, que cultivar y cuando regar, porque no hay nadie mejor que tú para mimar la tierra, nadie mejor que tú para cuidar el Jardín del Edén con ese esmero que te caracteriza.

Te queremos, tío Pepe.  Feliz descanso eterno.


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