martes, 22 de marzo de 2022

En algún momento de mi vida



 





 

    Aquí desde mi rinconcito, quiero contarles que …

    En algún momento de mi vida:

    Me di cuenta de que yo era genial como estaba, como era. Que el conjunto de defectos y virtudes era lo que me hacía ser especial y distinta a las demás personas.

     Me percaté de que mis decisiones no eran equivocadas, sino que eran las mejores en ese momento. Si por cualquier motivo cometía un error, este no era problema de nadie, sino mi decisión, por lo tanto, nadie podía culparme de ese fallo, ni juzgarme, yo simplemente tenía que asimilarlo y aprender de él.

     Cuando me amé, dejé de desear que mi vida fuera diferente y aprendí a valorar lo que tengo, a apreciar todo lo que me alegra. Acepté que lo que no me alegra tanto o lo que yo no considero como positivo, es algo para aprender, superar y contribuir así a mi crecimiento personal.

     Comprendí que era mejor dejar de forzar situaciones. Si se daban perfecto, si no, yo no iba a perder energías pudiendo utilizarlas para otras cosas que no me desgastarían y que sí me servirían para lograr mis fines.

    Me percaté de que esforzarme para ganarme a las personas, para que me quisieran, para que quisieran estar conmigo, era agotador y fue entonces cuando descubrí que los que de verdad te quieren, te aprecian y se sienten bien contigo no necesitan invitación para estar en tu vida.

     Cuando me quise de verdad, comencé a soltar lastre, a liberarme de todo lo que no era saludable para mí, de situaciones incómodas, de todo lo que frenaba mi crecimiento personal. Dejé ir a personas negativas y aquellas que, por ser más cercanas, no pude liberar, comencé a aceptarlas como son. Dejé mis expectativas sobre ellas y no permití que influyeran en mis pensamientos o decisiones.

     Descubrí la humildad. Sé que no siempre tengo razón, y que te equivocas menos veces si te olvidas de tu cabezonería.  Aprendí a pedir perdón a tiempo; te ahorra muchos disgustos y perdidas irreparables.

    Tomé conciencia de que no podía seguir reviviendo el pasado, ni preocupándome tanto por el futuro, ¿qué futuro podía tener si perdía mi tiempo y no disfrutaba el hoy?  Valoré que aquí y ahora es donde estaba pasando mi vida.  Asimilé que disfrutar del tiempo necesario para desempeñar cada cosa, hace que cometas menos errores. Y comencé a valorar y sacar el máximo partido a mi tiempo libre haciendo lo que me gusta y disfrutándolo a mi ritmo. Dejé de darme prisa y compararme con los demás para entender que el camino es el proceso y es en ese proceso donde está la felicidad, por lo que debía disfrutar cada minuto.

     Reparé en que ese sufrimiento emocional que a veces me invadía, esa ansiedad, la angustia, la pena y el desasosiego que me hacían perder el sueño, era porque iba en contra de mis propias verdades. Por miedo, no era capaz de desencantar a nadie. Decía que sí, cuando quería decir que no. Aceptaba ir, cuando la realidad era que no me apetecía. Y callaba por no llevar la contraria, temiendo hacer daño o temiendo desaprobación, cuando yo era  la única a la que dañaba.

    Entendí que las emociones no son buenas ni malas, que cualquier emoción es lícita según tus circunstancias y como te afecten, simplemente hay que aprender a canalizarlas.

    Y no, no soy perfecta, pero cuando llegan frustraciones, decepciones y tormentas a mi mente, navego en esos mares a trompicones y mi corazón timonea la nave hasta que todo se calma, la niebla se disipa y logro ver con más claridad. Entonces y solo entonces busco la solución. Cuando encuentro el remedio, actúo en consecuencia y vuelvo a encontrar mi paz.

     Todo esto para mí, es apreciar mi vida y vivirla.

    No, no lo aprendí pronto, lo descubrí a fuerza de palos, de decepciones, de algún sufrimiento, de meter mucho la pata, pero llegó en algún momento de mi vida.

martes, 8 de marzo de 2022

QUIERO IGUALDAD

 




Quiero igualdad.

 No quiero celebrar este día especial y que sea solo para la mujer.

No quiero distinciones.

No quiero tener que lamentar más vidas de mujeres a mano de sus parejas, no solo hoy sino cada día.

No quiero tener que reivindicar igualdad en los trabajos y en las vidas personales.

No quiero que mujeres y niños salgan mal parados de las decisiones de algunos políticos.

Por todas esas madres, hermanas, hijas, amigas, compañeras, que todos tenemos:

Quiero que las científicas, investigadoras…. sean reconocidas y ocupen en los libros las mismas páginas que los hombres.

Quiero que algún día, y no lejos, no haya nada que reclamar, no sea un día especial en el calendario; simplemente sea un día más del año.

 Quiero conmemorarlo con mi pareja, mi hijo, mis hermanos, mis amigos, mis compañeros; juntos, por igual, sin distinción de sexo.