jueves, 28 de abril de 2022

Entrevista Realizada para amigos de Huella Cultura. Capitaneado por Salvador Bermejo.

 












ENTREVISTA REALIZADA PARA AMIGOS DE HUELLA CULTURAL.

 

Hoy nos trasladamos hasta Gran Canaria para entrevistar a una gran amiga y escritora.

Os presento a Carmen Alonso.

· ¿Podrías contar a los lectores quién se esconde tras el autor/a, del libro Ruégamelo?

—Se esconde una mujer normal, actual, trabajadora, luchadora. Que compagina su trabajo y su dedicación como madre y su auténtica pasión, la escritura. Creo que en resumen esa soy yo.

· A raíz de escribir este libro, ¿crees que te ha cambiado tu manera de pensar?

—No. Considero que sigo siendo la misma. Quizás más agradecida con la vida por lo que me está aportando, porque me ha dado la posibilidad de llevar al lector lo que hago y me gusta.

· Sé que eres Psicóloga y por tanto necesito hacerte esta pregunta: ¿crees que te ha influido en tu manera de describir a los personajes en su forma de pensar o de tratar los problemas?

—Yo no me considero psicóloga, no estoy colegiada y no ejerzo. De lo que sí estoy convencida, es que igual, soy yo la que necesito ir a un profesional (risas). Quizás me aporte una visión un poco más intrusiva en los sentimientos o en el carácter de algún personaje, pero no creo que haya cambios sustanciales en mi forma de plasmar que sea distintos a otro escritor, excepto los propios de los caracteres que cada escritor tiene a la hora de describir.

· ¿Crees en la Danza del Escritor?

— Pues si te soy sincera, sí. Me he visto organizando los diálogos de mis personajes y de repente, ellos comienzan a guiarme a mí por donde no me esperaba. Me empiezan a venir ideas y en ese momento tengo el sentimiento de que me llevan y yo sólo plasmo lo que ellos quieren. Mi musa está más loca que yo (risas de nuevo)

· ¿Por qué te has decantado por el género Erótico?

—Casi, te diría que es casualidad. Escribiendo mi anterior novela “Al estilo de oficial y caballero” me venían a la cabeza escenas un poco más explicitas en cuanto al sexo se refiere, algo más descriptivas. Pensé que no era apropiado para esa novela, de la cual yo pretendía que fuera romántica. Así que tomé nota. Al releer esas anotaciones pensé en nuevos personajes y nació “Ruégamelo”

· ¿Qué hay de Carla en ti?

—Es inevitable que por mucha imaginación que un escritor tenga siempre se cuele algo de su esencia, bien en los personajes principales o bien en algún otro, o seguramente de alguna persona conocida.  Carla está basada en una observación a una chica en un parque. Pero te confieso que, en algunos de mis personajes, sean femeninos o masculinos, hay algo de mí. Quizás mi humor, algunos de mis temores, algo de mi sensualidad, etc. Cada lector hará una composición distinta de quién puede parecerse a mí. Es más, tengo la convicción de que los lectores de mis libros encontrarán algo en común con alguno de mis personajes.

· Publicas siempre con tu nombre, ¿Qué piensas de esos autores que escriben erotismo bajo un seudónimo?

—Cada uno debe hacer lo que crea. Yo en concreto quiero que se sepa que soy yo, no tengo necesidad de esconderme.

Esto tenía sentido hace unos cuantos años, puesto que, por ejemplo, no dejaban publicar a las mujeres y estas se escondían bajo un seudónimo masculino. A posterior, algunas lo siguieron realizando para no ser conocidas en su entorno más íntimo y familiar. Hoy en día, con los medios de comunicación, esconderte bajo un seudónimo no tiene sentido, aunque si no te gusta tu nombre, por ejemplo, ¿por qué no utilizarlo?

Es totalmente respetable, aunque yo no lo haga.

· ¿Este libro podría ser un sueño convertido en realidad?

—Espero que sí. ¿Te imaginas ver una película basada en esta historia? Por supuesto, quiero estar en la elección del reparto (carcajadas).

· ¿Qué sentimientos te han invadido a la hora de escribirlo?

—Pues lo que sienten cada uno de mis personajes, desde miedo, ira, amor, sufrimiento, penas y alegrías. Lo vivo con cada uno de ellos y espero que eso sea lo que transmito al lector. Es mágico ponerte en la piel del personaje descrito.

· ¿La felicidad se encuentra en las letras?

—O incluso voy más allá.

¿Carmen Alonso ha encontrado esa felicidad inmersa entre sus párrafos?

—Sí. Disfruto tanto leyendo como escribiendo. Es una auténtica pasión que me rebosa el corazón de felicidad. Puede parecer romántico, pero es cierto. Es mi válvula de escape, mi refugio.

· ¿Seguirás escribiendo genero erótico o saldrás de tu zona de confort el día de mañana?

—Por ahora voy a seguir escribiendo romántico y erótico. Pero no cierro las puertas a que la inspiración me lleve por otros derroteros.

· ¿Tienes nuevos proyectos en mente?

—Lo mío es un no parar. Aún estoy escribiendo una y ya estoy tomando notas sobre ideas para otra. En ciernes tengo una segunda parte de “Ruégamelo” con nuevos personajes en el juego, y también, otra que estaba en espera con trazos históricos y cuyo proceso de investigación me está entreteniendo más de lo que esperaba. Pero estoy disfrutando de ese proceso.

· Para finalizar, ha llegado el momento de Carmen Alonso le pregunte a los lectores lo que ella desee. Todo tuyo Carmen.

—Les quiero preguntar lo siguiente: ¿Cómo se decantan por un libro? ¿Eligen por la portada, la sinopsis, los comentarios que haya sobre el libro o por conocimiento hacia el autor?

Para mí, ha sido un placer poderte entrevistar en Amigos de Huella Cultural y te deseo lo mejor del mundo. Un abrazo infinito.

—Encantada de estar con ustedes, el placer ha sido mío y muy agradecida a ti y a los lectores.


lunes, 25 de abril de 2022

En recuerdo a MORGANA






Siempre he tenido mascotas. Desde niña he tenido la suerte de tener ese amor incondicional, que no te juzga y que te quieren por como te portas con ellos, sin importarles nada más; ni lo que tienes, ni al humor que traes ese día, sino el cariño que les demuestras.

Admiro esa paciencia que ellos tienen para esperar observándote cuando los ignoras, en espera de una señal tuya, mirada o gesto, para acercarse a recibir su dosis de caricias.

Desde mi rinconcito quiero mostrarles lo que hace muchos años escribí a una de mis perritas cuando falleció después de luchar con un cáncer que, tras una lucha de tratamientos y operaciones, derivó en metástasis en el pulmón.  

¿Y por qué no la sacrifiqué antes? Pues porque, al igual que haría por una persona, quise intentar salvarle la vida; no quería que sufriera y junto a su veterinaria valoramos posibilidades, eso sí, me daba igual tener que cuidarla, de hecho, vivió casi tres años más después de la operación y con un tratamiento que le evitaba dolor. Ella era feliz, jugaba, corría, saltaba y nos salía a recibir como si fuera un cachorro. Hasta que empeoró y tuve que tomar la dolorosa decisión.

He tenido que despedirme de unas cuantas mascotas a lo largo de mi vida. Supongo que como decía una historia que leí, aprenden más rápido que nosotros el sentido de la vida. Qué según creo yo, también, es aportar sin condición, dar sin esperar nada a cambio. Y por ello se van de este mundo antes y con la lección aprendida.

Siempre que sufro una perdida de este tipo, digo que no tendré más animales en casa. Pero me engaño a mí misma. En cuanto paso el duelo reparo que aportan tanto que compensa con creces volver a tener otro.

 

Bueno, ahí va:

 

Mi querida, Morgana, mi perra, mi “Chucho”.

 

Llegaste a casa con tres meses. Cuando te encontré habías sido abandonada con más hermanos. Con la cabeza baja te acurrucaste en mi regazo y tenías miedo de todo el que intentaba acariciarte. En ese instante, supe que tenía que hacerte feliz.  A pesar de que mi casa parecía el arca de Noé, te llevé conmigo. Asustada e huidiza corrías en cuanto me veías con la fregona o el cepillo de barrer en las manos. Te escondías detrás de los sillones al mínimo ruido. Si me sentías subir el tono de voz, venías a mí encogida y con el rabo entre las patas, como esperando un castigo. Debieron de hacerte sufrir mucho en aquella corta, pero ya experimentada vida.

Creo que si hay Dios decidió recompensarte, por ello te puso en mi camino, no pudiendo resistirme a tus ojos tristes y suplicantes de amor.

Mi viejo perro, Chiqui, que no te permitía mucho juego, pero te concedía acostarte a su lado, mi otra perra aún cachorra, Raksha, con la que no parabas de jugar y mis dos gatas te acogieron muy bien en nuestra gran familia.

 Ya en casa te diste cuenta de que no se te levantaba la mano, nunca se te levantaba la voz, sino para que vinieras cuando te alejabas, o para decirte “¡no!” cuando hacías algo que no debías. Y mira que, me saliste trasto. Llegaste a destrozar el mando de la tele y mi teléfono móvil, aparte de cojines, alfombras…. A veces hasta bromeaba diciendo que tenía un cocodrilo en lugar de una perra.

 Se te ha mimado, atendido y protegido y tú a cambio nos has dado tu cariño, fidelidad, ternura y compañía.

Con el tiempo, comenzaste a confiar en ti misma, haciéndote más atrevida y segura. También decidiste dar una oportunidad al resto de la raza humana, permitiendo caricias cuando paseábamos por la calle, pero no sin antes mirarme, insegura y como pidiendo permiso.

Jugabas con nuestras gatas como si fueran de tu misma especie.

Muchos de mis conocidos o amigos me decían que eras feíta, pero eras mi chucho, lo mejor, la más mimosa, agradecida y cariñosa que nadie podía tener. Siempre estabas pegada a mí. Cuando me iba a mover tropezaba contigo continuamente, y yo siempre repetía la misma letanía, medio en broma, medio en serio que: “te tenía que haber puesto jueves en vez de Morgana”.

Y cuanto ahora, voy a echar de menos tropezar contigo.

Cuando me quedé embarazada, siempre apoyabas tu cabeza en mi barriga y si mi bebé se movía, tú lamías mi pancita y me mirabas mientras yo te acariciaba complacida. Sentía como si supieras lo que pasaba dentro de mí, y lo aceptaras de buen grado.

Y llegó mi hija a casa, la olfateaste y aceptaste como algo tuyo. No permitías que nadie se le acercara excepto yo.

Con algunos meses ya te sujetaba por el pelo cuando pasabas cerca de su cochecito y te dejabas hacer mil y unas perrerías por ella.

 Tengo en mi mente la primera vez que me oíste alzarle la voz porque estaba tirando la comida al suelo. Te pusiste delante de ella gruñéndome, aún temerosa y con el rabo entre las patas te enfrentaste a mí. Te reñí, por supuesto, pero me sentí satisfecha de tu actitud. Si eso hiciste conmigo podía esperar de ti cualquier cosa por defender a Inés ante un extraño.

Ahora, vuelves a sufrir, ese maldito cáncer que se ha cebado contigo. Apenas puedes respirar, comer, caminar. Estás débil. Y, aun así, te dejas manejar por Inés. Sigues siendo parte de sus juegos. Te observo mirar a la niña con ternura y en cuanto te llamo haces un tremendo esfuerzo para llegar a mí, abandonándote luego a mis caricias.

            Te toca irte, viejita mía. Reúnete con Wanda (nuestra gata más viejita) que decidió marchar antes para esperarte.

            Busca al viejo Chiqui, al que tanto mortificaste en su vejez con tus juegos y que acompañaste en su agonía acostándote a su lado cuando murió, de un infarto antes de que yo llegase a casa. Busca también a Raksha y vuelve a colgarte de sus orejas como cuando eran cachorras.

Quiero que te lleves contigo todo el amor que siento hacia ti. Me acongojo al despedirme, pero ya es hora de que partas, ya es hora de que dejes de sufrir. A mí me queda lo que has compartido conmigo, el cariño que me has dado, lo entrañable que eras compartiendo juegos con Inés y como te dejabas dar la medicina por ella. Por supuesto me queda el recuerdo de tu mirada dulce, tímida y nostálgica. Otra vez, tengo un nuevo vacío en mi corazón que no se llenará porque es tuyo y te pertenece. Me doy por más que satisfecha de lo que has aportado a mi vida y a mi familia por lo que espero que tú te marches feliz de lo que hemos compartido contigo. Ahora moverás la cola de alegría al ver a Papi (mi abuelo) salúdalo de mi parte y descansa vieja, amiga, descansa.