martes, 13 de diciembre de 2022

LAS APARIENCIAS SÍ QUE ENGAÑAN.

 


    Algunas veces, los comentarios sobre alguien, al que no conocemos, evita darles una oportunidad de entrar en nuestras vidas.  Tal y como decía la frase Nicolás Maquiavelo: "Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos". Incluso en ocasiones sin aparentar, nos tachan de algo que no somos. 

    Desde mi rinconcito, les traslado una historia.

    Hace bastantes años me hablaron muy mal de una compañera recién llegada al lugar donde yo trabajaba. Yo, por supuesto, me guardé la información pero, decidí esperar a ver como se comportaba conmigo. ¿Por qué no comprobar por mí misma, con ciertas reservas, cómo era? Para mi sorpresa, después de algunos meses trabajando juntas, se destapó como un ser encantador, que portaba un corazón enorme, buena trabajadora y mejor persona, que lo único malo que hacía era despertar la envidia de los que carecían de alguna de sus virtudes.

    Hoy en día seguimos manteniendo una excelente amistad.

     Al igual que este cuervo con mala fama, reputación de saca ojos, ladrón y considerado como pájaro de mal agüero del que podría decir que me hice amiga el fin de semana, hay que dar oportunidad de conocer a las personas antes de juzgarlas. 

    Esta hermosa ave se acercó a mí poco a poco, yo diría que con excesiva confianza para lo que me habían comentado sobre ellos. Comió lo que le ofrecí prácticamente a mi lado, le hablé y me escuchó ladeando la cabeza a ambos lados. Acto seguido decidió emprender el vuelo, no sin antes despedirse de mí con una larga y sostenida mirada. 

    Batió sus inmensas alas camino al cielo, hasta perderse en el horizonte.

  Quizás su fama sea porque despierta envidia su fabuloso y bello plumaje azabache y su imponente porte elegante, digno de los mejores diseñadores de moda.

 Realmente, no tengo claro, si yo le di la oportunidad de conocerme, o si fue él quién me la dio a mí, regalándome su majestuosa presencia.    



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