Y te fuiste.
Te marchaste tal y como tú eres, igual que hizo Papi (tu padre, mi abuelo), dignamente, callado, sin quejarte, sin protestar
— Me duele el estómago. —Comentaste.
Te sentaste en el sillón y ya no quisiste volver más del otro lado. Nadie te pudo traerte de nuevo, aunque lo intentaron.
Te fuiste para siempre a escasos meses de fallecer mami (tu madre, mi abuela).
No sabes cómo voy a echar de menos nuestras conversaciones sobre el más allá y las almas, tus charlas sobre el perdón y el amor a los demás y por supuestos, tus bromas en las que muchas veces te dije “¡qué pesado eres tío!”, pero ni te imaginas como voy a extrañar ahora tus bromas.
Aún no nos habíamos recuperado de la partida de la abuela y tú también has cogido la maleta, has metido tu maravillosa alma y has subido al tren de parada final en el paraíso.
En el cielo te están esperando, Papi y Mami con los brazos abiertos, mientras nosotros nos quedamos con este vacío tan grande.
Tu esposa, tus hijos, nietos, etc. tienen más derecho que yo a estar tristes; pero, aunque quiera, no puedo evitar este dolor que siento.
Cuando llegues con los abuelos diles que los quiero y no olvides tú, que también te queremos.
Buen viaje y descansa tío Juani.
Maravilloso y sincero, verdad, y dicharachero.
ResponderEliminarHermosas palabras que soplan verdades, fugaz paso, pero escrito en los corazones de quién arrimamos nuestros corazones al cobijo de su sombra.
Gracias prima