sábado, 9 de diciembre de 2023

Mi querida DUNIA


    
 










      


    

    Cuando comencé a trabajar en U.G.T, tú hacías unos meses que estabas empleada allí.
    Cruci y tú me recibieron como si me conocierais de toda la vida, días después también entró mi querida Sonia en mi vida laboral y personal.
    Tú me abriste las puertas y de inmediato tu corazón. Hace ya treinta y cuatro años de eso.
    Enseguida hicimos una fabulosa conexión que llevó a una gran amistad.
    Comprobamos que teníamos muchas cosas en común: ideas, aficiones, amistades y hasta la edad. Habías nacido el mismo año, el mismo mes y solo dos días antes que yo. Siempre bromeabas con ello diciendo:
    —“Pues me haces caso, porque soy más vieja que tú”.
    —Pero si sólo son dos días. —Contestaba yo.
    —Pues, ahí está, yo ya berreaba y tú no habías nacido. —Me respondías sonriendo.
   A menudo, gasto tu broma preferida. Cuando me preguntan si he visto una película en el cine de reciente estreno digo: Cómo dice mi amiga Dunia “Yo no voy al cine, desde que estrenaron La Violetera”, y la gente se ríe.
    La vida te puso un obstáculo, la enfermedad de Tino, tu marido, la superaron juntos y nunca decaíste. Siempre unidos, cómplices y tan enamorados como al principio.
    A mí me apoyabas con mis libros, te informabas de mis entrevistas, mis problemas, estabas al tanto de mi vida y te presentabas cuando había cosas importantes para mí. 
    Aún recuerdo cuando falleció Tilde, una de las limpiadoras del sindicato, con la que las dos teníamos muy buena amistad. Casi no superas su fallecimiento, pillaste una depresión y me confesabas en el cuarto del café el miedo que tenías por como se la había llevado el cáncer. Y resulta que Azrael ha venido a buscarte por la misma enfermedad y del mismo modo. Pero no te quitó en ningún momento tu sonrisa y tu fortaleza para compartir con tus hijas y esposo.
      ¡PUÑETERA VIDA!
    Al menos pude verte y despedirme de tí, gracias a que tus hijas me llamaron para darte mi último beso y decirte cuanto te quería.
      Siempre veías lo bueno de todo el mundo. Fuiste un ángel en vida. Ahora ese ángel se ha puesto las alas y ha volado al cielo.
     ¡Te dejabas querer tanto, Dunita!
    Descansa en paz amiga. 



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