domingo, 13 de junio de 2021

A MI HIJA


Aquí desde mi rinconcito, estas palabras van para mi hija.

 A mi hija, a mi vida:

    Cuando la vida me aleje de ti y ya no pueda cuidarte, acuérdate de estas palabras que ahora te escribo:

    Si te gusta una determinada ropa, póntela. Si te quieres cortar el pelo o te lo quieres dejar largo, hazlo. Cualquier decisión que consideres acorde con tus valores, hazlo también.  Si te gusta una canción la oyes y si te gusta bailarla, la bailas. Que nadie venga nunca a decirte cómo vivir tu propia vida.

    Ahora mismo te voy a dar unas pautas que me gustaría que siguieras: 

     Primero, te aconsejo que cultives la capacidad de amarte y de aumentar tu autoestima, de que comprendas que, para ser feliz, debes entre otras cosas aprobarte a ti misma, que eso es una buena base para afianzar el resto. 

        Segundo, eres fuerte, tú lo sabes, lo hemos hablado y sabes que tienes la fuerza para ir a por tus sueños. Que no pasa nada si no lo logras, que disfrutes del proceso. La felicidad muchas veces está en la ilusión de intentarlo y cuando llegas a la meta, ya terminó, y vamos a por otra meta. Y que, si fallas y aún lo deseas, no te des por vencida, aprende y comprueba en que te equivocaste y vuelve a intentarlo. Disfruta del camino que estás recorriendo para conseguir tus sueños, aun cuando no salga bien la primera vez. Si te gusta lo que estás haciendo, eso también es felicidad.

     Y tercero, te doy la liberación: te libero de todas aquellas creencias y convenciones que te he inculcado y que no te parezcan correctas. Te libero de aquella herencia que yo traigo de mis ancestros y que tú no tienes por qué acarrear. Tú no tienes que lograr esos sueños que yo no he realizado, tienes que lograr los tuyos. No tienes que recorrer mis caminos, tienes que recorrer los tuyos. Sé todo lo que tú quieras ser, mientras te haga feliz. Ilusiónate con lo que te guste y ve a por ello. No sigas a los demás, sé tu propio líder. No te quedes sin hacer lo que te llene. Lucha por tu felicidad.

      No creas lo que te digan, siempre sopesa, estudia y valora antes de decidir. Haz lo que consideres, si a ti te parece adecuado, si te va a hacer  feliz, si no le vas a hacer daño a nadie,  empezando por no hacerte daño  a ti misma. Aprende a decir que no, si tú no quieres, aquellos que te aprecian y te quieren deben respetar y aceptar tu negativa, de lo contrario, no te merecen.

        Recuerdo cuando eras pequeña y no querías darle besos a nadie, sobre todo si no los conocías mucho.  Por convenciones sociales, alguna vez te obligué a hacerlo, hasta que me di cuenta de que era un error por mi parte, era yo la que me estaba equivocando. Yo empleé el mismo sistema que me habían aplicado a mí. Te estaba enseñando a no negarte, a obligarte a realizar algo que en realidad no querías, a no saber decir no. Te colgué la etiqueta de tímida, cuando lo cierto era que esa persona no te gustaba del todo o no te generaba confianza. Entonces, me di cuenta de que lo hacías por obedecerme, pero lo pasabas mal y rectifiqué, preferí explicar que no dabas besos y hasta en ocasiones dejar que pensaran, o criticarán que te estaba educando como una salvaje. Hoy por hoy, sé que fue una decisión acertada. Tú también me enseñas cosas a mi. Me vas haciendo superarme y ser mejor persona.

     Eres única y maravillosa. Me encanta ese humor sarcástico e irónico que tienes. Lo empática que eres. Como proteges a tu hermano, aunque él no se deje. Eres dulce, pero a la vez fuerte. Me maravilla lo noble que eres con la gente a la que quieres y lo cariñosa que te muestras con los animales. Como cuestionas algo que crees injusto y como con respeto argumentas cuando te castigo a ti o a tu hermano, si crees que no he sido coherente. Ahí es cuando me doy cuenta de que no le he hecho tan mal contigo. 

      Hija mía, agarra el timón. Dirígete a dónde quieras ir. Nunca te ancles. Nunca te quedes sin hacer lo que quieras por "el qué dirán".  

     A todos nos llega una mañana en que ya no nos levantamos, y despertar y tener un día por delante ya es algo maravilloso.  Vive, disfruta y si un día estás mal, algo te sale mal o tienes algún dolor, pena o cualquier otra cosa negativa, llora, exprésalo, patalea, grita, sufre, pero después, busca soluciones y sigue para adelante de nuevo con más fuerza, con más ganas de superarlo y salir; porque eres fuerte, poderosa, capaz y tú puedes.

     Cuando algún día yo no esté a tu lado, y te sientas mal, triste, sin fuerzas... busca esto y léelo cuantas veces necesites. Pon tu mano en tu corazón y siénteme. Yo estaré ahí, siendo parte de ti, pero mejorada.

     Pero por lo pronto, yo sigo aquí, para alentarte, ayudarte, animarte y buscar soluciones contigo. Abrazarte y consolarte, llorar contigo si es necesario y alegrarme contigo cuando logras objetivos o superas obstáculos. Soy tu madre y también la persona que más te quiere y en la que más podrás confiar en este mundo. Yo no te traicionaré nunca; me estaría traicionando a mí misma. Te quiero mucho, hija mía. Un abrazo tuyo, siempre logras desbordar mi corazón de felicidad. Esa felicidad que es plena cuando veo a la mujer en la que te estás convirtiendo.


2 comentarios:

  1. Esta niña tiene una suerte enorme de tener una madre así. Me encanto, sobremanera lo de la "liberación" porque los mayores nos empeñamos en cargar a los más jóvenes con nuestras historias. Muchas gracias,Carmen, por la leccion

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