Aquí desde mi
rinconcito, estas palabras van para mi hija.
A mi hija, a mi vida:
Cuando
la vida me aleje de ti y ya no pueda cuidarte, acuérdate de estas palabras
que ahora te escribo:
Si
te gusta una determinada ropa, póntela. Si te quieres cortar el pelo o te lo
quieres dejar largo, hazlo. Cualquier decisión que consideres acorde con tus
valores, hazlo también. Si te gusta una canción la oyes y si te gusta
bailarla, la bailas. Que nadie venga nunca a decirte cómo vivir tu propia vida.
Ahora mismo te voy a dar unas pautas que me gustaría que siguieras:
Primero, te aconsejo que cultives la capacidad de amarte y de aumentar tu
autoestima, de que comprendas que, para ser feliz, debes entre otras cosas
aprobarte a ti misma, que eso es una buena base para afianzar el resto.
Segundo, eres fuerte, tú lo sabes,
lo hemos hablado y sabes que tienes la fuerza para ir a por tus sueños. Que no
pasa nada si no lo logras, que disfrutes del proceso. La felicidad muchas veces
está en la ilusión de intentarlo y cuando llegas a la meta, ya terminó, y vamos
a por otra meta. Y que, si fallas y aún lo deseas, no te des por vencida,
aprende y comprueba en que te equivocaste y vuelve a intentarlo. Disfruta
del camino que estás recorriendo para conseguir tus sueños, aun cuando no salga
bien la primera vez. Si te gusta lo que estás haciendo, eso también es
felicidad.
Y tercero, te doy la liberación: te
libero de todas aquellas creencias y convenciones que te he inculcado y que no
te parezcan correctas. Te libero de aquella herencia que yo traigo de mis
ancestros y que tú no tienes por qué acarrear. Tú no tienes que lograr esos
sueños que yo no he realizado, tienes que lograr los tuyos. No tienes que
recorrer mis caminos, tienes que recorrer los tuyos. Sé todo lo que tú quieras
ser, mientras te haga feliz. Ilusiónate con lo que te guste y ve a por ello. No
sigas a los demás, sé tu propio líder. No te quedes sin hacer lo que te llene.
Lucha por tu felicidad.
No creas lo que te digan,
siempre sopesa, estudia y valora antes de decidir. Haz lo que consideres, si a
ti te parece adecuado, si te va a hacer feliz, si no le vas a hacer daño
a nadie, empezando por no hacerte daño a ti misma. Aprende a decir
que no, si tú no quieres, aquellos que te aprecian y te quieren deben respetar
y aceptar tu negativa, de lo contrario, no te merecen.
Recuerdo cuando eras pequeña
y no querías darle besos a nadie, sobre todo si no los conocías mucho.
Por convenciones sociales, alguna vez te obligué a hacerlo, hasta que me di
cuenta de que era un error por mi parte, era yo la que me estaba equivocando.
Yo empleé el mismo sistema que me habían aplicado a mí. Te estaba enseñando a
no negarte, a obligarte a realizar algo que en realidad no querías, a no saber
decir no. Te colgué la etiqueta de tímida, cuando lo cierto era que esa persona
no te gustaba del todo o no te generaba confianza. Entonces, me di cuenta de
que lo hacías por obedecerme, pero lo pasabas mal y rectifiqué, preferí
explicar que no dabas besos y hasta en ocasiones dejar que pensaran, o
criticarán que te estaba educando como una salvaje. Hoy por hoy, sé que fue una
decisión acertada. Tú también me enseñas cosas a mi. Me vas haciendo superarme
y ser mejor persona.
Eres única y maravillosa. Me
encanta ese humor sarcástico e irónico que tienes. Lo empática que eres. Como
proteges a tu hermano, aunque él no se deje. Eres dulce, pero a la vez fuerte.
Me maravilla lo noble que eres con la gente a la que quieres y lo cariñosa que
te muestras con los animales. Como cuestionas algo que crees injusto y como con
respeto argumentas cuando te castigo a ti o a tu hermano, si crees que no he
sido coherente. Ahí es cuando me doy cuenta de que no le he hecho tan mal
contigo.
Hija mía, agarra el
timón. Dirígete a dónde quieras ir. Nunca te ancles. Nunca te quedes sin hacer
lo que quieras por "el qué dirán".
A todos nos llega una mañana en que
ya no nos levantamos, y despertar y tener un día por delante ya es algo
maravilloso. Vive, disfruta y si un día estás mal, algo te sale mal o
tienes algún dolor, pena o cualquier otra cosa negativa, llora, exprésalo,
patalea, grita, sufre, pero después, busca soluciones y sigue para adelante de
nuevo con más fuerza, con más ganas de superarlo y salir; porque eres fuerte,
poderosa, capaz y tú puedes.
Cuando algún día yo no esté a tu lado, y
te sientas mal, triste, sin fuerzas... busca esto y léelo cuantas veces
necesites. Pon tu mano en tu corazón y siénteme. Yo estaré ahí, siendo parte de
ti, pero mejorada.
Pero por lo pronto, yo sigo aquí,
para alentarte, ayudarte, animarte y buscar soluciones contigo. Abrazarte y
consolarte, llorar contigo si es necesario y alegrarme contigo cuando logras
objetivos o superas obstáculos. Soy tu madre y también la persona que más te
quiere y en la que más podrás confiar en este mundo. Yo no te traicionaré
nunca; me estaría traicionando a mí misma. Te quiero mucho, hija mía. Un abrazo
tuyo, siempre logras desbordar mi corazón de felicidad. Esa felicidad que es
plena cuando veo a la mujer en la que te estás convirtiendo.